IN Mexico, our Monuments shows government' corruption

A fixed political Campaign

@VicenteFoxQue y @FelipeCalderon:
We came, saw and defeat…..
Thebetrayal.jpg
... but our own political party.
As my beloved grandma Bertha told me:
Those politicians who are an ox
by their own choice, like Fox,
The ‘ve doomed their own country
 
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I just forgot this ilustrative picture that shows @EPN being Mr @carlosslim's driver to a meeting with @lopezobrador_ to fight against @josefinaVM :

Alosdelalesvalemadrexquienvotes.jpg


Of course I do not need to say who Mr. @carloslim is!
 
In #Mexico, it’s worse to say the thruth…

http://tinyurl.com/82hsxdt
ITSWORSETOTELLTHETRUTH.jpg



Atrapado entre la violencia y el desengaño, me asemejo a un terrorista que, habiendo salido con la idea de perpetrar algún atentado, se hubiese detenido en el camino para consultar el Eclesiastés o a Epicteto.
e.m.c.
 
After @FelipeCaldeRON failure…

INEVERSAIDWHAYIALWAYSHADTOSAY.jpg

….with more than 60,000 dead people in six years due to the war against drug dealers

….and @BarackObama`s Fast & Furious operation

The real winners in the presidencial race are…

EPNandMittRomneysuccess.jpg


… and o f course, the Drug Lords
 
Only the Mexican People can stop the drug lords.
And one day--they will.
No one else can do it.
No politician, no policemen, no army.
 


Jorge Ramos Ávalos

(16 septiembre 2012).- Hay cosas de las que los norteamericanos prefieren no hablar. Una de ellas son sus armas. Y la otra son las drogas.

Empecemos a balazos. A pesar de las masacres frecuentes y el alto índice de asesinatos, la mayoría de los estadounidenses prefiere tener absoluto acceso a sus armas que prohibir su uso. Y mientras no se limite el uso de pistolas y rifles en Estados Unidos, las matanzas continuarán. Ni el presidente Barack Obama o el candidato republicano Mitt Romney se han atrevido a romper ese código de silencio.

Estados Unidos es uno de los países más violentos entre las naciones desarrolladas del mundo. Un reporte de Naciones Unidas (UNODC) lo corrobora: mientras que en Estados Unidos hubo 12 mil 996 asesinatos en el 2010, en Alemania sólo hubo 690, Italia tuvo 529, Japón 506 y Suecia 91.

Las masacres son ya parte de la historia reciente de Estados Unidos. Tanto que han dejado de sorprender. Hace poco, en un cine de Aurora, Colorado, un tipo vestido como el Guasón de la película Batman mató a 12 personas. El año pasado, en Tucson, Arizona, un hombre asesinó a seis personas e hirió a la congresista Gabrielle Giffords. En el Tecnológico de Virginia hubo 33 muertos, en 2007, y en la escuela Columbine, de Colorado, fueron 15.

Todas las semanas recibo una infinidad de reportes de asesinatos con armas de fuego. Pero son tantos que han dejado de ser noticia. Ante este panorama uno esperaría que hubiera un debate a nivel nacional en Estados Unidos para limitar el uso de pistolas y rifles, particularmente el armamento semiautomático que se utiliza en las guerras. Pero no hay nada. No se discute ni en mítines políticos ni en programas de televisión.

El temor es tan grande a perder votos y a enfrentar la furia de los portadores de armas que ni el presidente Barack Obama ni el candidato republicano Mitt Romney se atrevieron a decir nada al respecto durante las pasadas convenciones nacionales de sus partidos. Su cálculo, desafortunadamente, es correcto: el político que se atreva a atacar en público la Segunda Enmienda de la Constitución, que permite el uso de armas, no tiene futuro. La poderosa y bien financiada Asociación Nacional Del Rifle lo pondría en la mira en la siguiente elección.

La Segunda Enmienda, escrita en 1791, garantiza "el derecho de la gente a tener y portar armas". Pero no estamos en 1791. Ese derecho puede ser limitado o regulado por el bien común, como todos los derechos. Y el bien común, en este caso, es evitar las masacres y bajar la tasa de homicidios. Sin embargo, este no es, ni siquiera, un tema de campaña.

Estados Unidos es un país donde, en promedio, existe un arma por cada uno de sus 311 millones de habitantes. Matar es fácil. Y muchas de las armas que aquí se venden terminan del otro lado de la frontera en manos de narcotraficantes mexicanos.

La malograda operación Rápido y Furioso -que permitió el paso de unas 2 mil armas de Estados Unidos a México- es sólo un ejemplo de lo que ocurre todos los días pero sin el permiso del gobierno norteamericano. Esas armas son usadas por narcotraficantes mexicanos para traer drogas a Estados Unidos. Y ese es otro de los temas de los que casi nadie habla.

El consumo de drogas en Estados Unidos no cesa. Más de 22 millones de norteamericanos -es decir, el 9 por ciento de todos los mayores de 12 años de edad- reconocieron haber usado algún tipo de droga recientemente, según un estudio hecho por el Instituto Nacional de Abuso de Drogas. El gobierno de Barack Obama se ha gastado más de 31 mil millones de dólares en campañas de prevención y salud. Pero los resultados son mínimos.

Ni el propio Presidente, que tanto ha gastado, ni su contrincante, Mitt Romney, han hecho de las drogas un tema central de su campaña. Es como si ambos partidos han aceptado, tácitamente, que ese no es un asunto prioritario para el votante norteamericano.

Tampoco en Estados Unidos existe la conciencia de que su gigantesco y multimillonario uso de drogas es, en parte, culpable de los 65 mil muertos o más de la lucha contra el narcotráfico en México. Si no hubiera drogadictos en Estados Unidos, no habría tráfico de drogas a través de México y la violencia en ese país sería mucho menor. Ese es otro tema perdido.

La Caravana por la Paz, liderada por el poeta mexicano Javier Sicilia (que recorrió 10 mil kilómetros y 26 ciudades norteamericanas), prácticamente pasó desapercibida para la mayoría de los habitantes de Estados Unidos que no hablan español. El poeta, quien perdió a su hijo por la violencia en México, intentó sin mucho éxito atraer la atención de los norteamericanos a un tema que, en realidad, les preocupa muy poco. Esta actitud tiene consecuencias muy graves y muy concretas: todo seguirá igual o peor, gane quien gane la Casa Blanca. Más masacres, más consumo de drogas, más violencia. Armas y drogas: de esto no se habla.


Twitter: @jorgeramosnews

 
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Don’t say anything about these issues

By Jorge Ramos Ávalos



There are isssue witch U. S: citizens can not talk about. One of them are their weapons. And the other are the drugs they enjoy.

Let´s start by shootings Despite the frequent massacres and the high murder rate, most Americans prefer to have access to all weapons than to prohibit its use. And while there is no limit in the use of pistols and rifles in the United States, the killings continue. Neither President Barack Obama or the Republican candidate Mitt Romney have dared to break the code of silence.

These weapons are used by Mexican drug traffickers to bring drugs into the United States. And that is another subject of which almost no one speaks.

United States is one of the most violent countries among developed nations in the world. A United Nations report (UNODC) corroborates: whereas in the U.S. there were 12,996 murders in 2010, there were only 690 in Germany, Italy had 529, Japan 506 and Sweden 91.

Massacres are already part of the recent history of the United States. Both have stopped surprising. Recently, at a cinema in Aurora, Colorado, a guy dressed as the Joker in the film Batman killed 12 people. Last year, in Tucson, Arizona, a man killed six people and wounded Congresswoman Gabrielle Giffords. At Virginia Tech was 33 deaths in 2007, and the Columbine school, Colorado, were 15.

Every week I receive countless reports of murders with firearms. But there are so many that they are no longer a news. Against this background one would expect that there is a national debate in the United States to limit the use of guns and rifles, semiautomatic weapons, particularly used in wars. But there is nothing. There is no dispute or political rallies or TV shows.
The big fear is losing votes and face the wrath of arms carriers that neither President Barack Obama nor the Republican candidate Mitt Romney dared to say anything about it for the past national party conventions. Its calculation is unfortunately correct: the politician who dares to publicly attack the Second Amendment of the Constitution, which allows the use of weapons, has no future. The powerful and well-funded National Rifle Association would put in the spotlight in the next election.

The Second Amendment, written in 1791, guarantees "the right of the people to keep and bear arms." But we're in 1791. This right may be limited or regulated for the common good, as all rights. And the common good, in this case, is to prevent the massacres and the murder rate down. However, this is not even a campaign issue.

America is a country where, on average, there is one weapon for every one of its 311 million inhabitants. Killing is easy. And many of the weapons that end up here are sold across the border into the hands of Mexican drug traffickers.

The ill-fated Operation Fast and Furious, which allowed the passage of a 2000 U.S. weapons to Mexico, is just one example of what happens every day without the permission of the U.S. government. These weapons are used by Mexican drug traffickers to bring drugs into the United States. And that is another subject of almost no one speaks.

Drug use in America continues. More than 22 million Americans-that is, 9 percent of all people over age 12, admitted having used any drugs recently, according to a study by the National Institute on Drug Abuse. The Obama administration has spent more than 31 billion dollars in health and prevention campaigns. But the results are minimal.

Neither the President, who both spent, nor his opponent, Mitt Romney, has made drugs a central theme of his campaign. It's as if both parties have agreed, tacitly, that this is not a priority for the American voter.

Neither the United States there is the awareness that its giant, billionaire drug use is partly to blame for the 65,000 dead or more of the fight against drug trafficking in Mexico. If there were no drug addicts in the United States, there would be no drug trafficking through Mexico and the violence there would be much less. That is another issue lost.


The Caravan for Peace, led by Mexican poet Javier Sicilia (who traveled 10,000 kilometers and 26 U.S. cities), almost went unnoticed by most people in the U.S. who do not speak Spanish. The poet, who lost her son to violence in Mexico, tried without much success to attract the attention of Americans to an issue that, in reality, very little worry. This attitude has a very serious and very practical consecuences: nothing will change or worse, no matter who wins the White House. More massacres, more drug use, more violence. Weapons and drugs: this is not spoken.


Twitter: @ jorgeramosnews
 
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